sábado, julio 19, 2014

Ventana

Una noche de un 27 de junio descubrí por casualidad entre viejos libros de un amigo arquitecto -con el que estaba bebiendo unas cervezas-, uno que contenía algunas curiosidades sobre los elementos de una casa, hojeándolo descubrí un hecho que de alguna manera empezaba a entrever en mi quehacer arquitectónico., “…las ventanas – decía- deben ser grandes y fáciles de abrir desde dentro, el uso verdadero de estas no es el de iluminar o ventilar, sino uno ya olvidado pero verdaderamente más útil, el de escapar, de tal modo que deben estar diseñadas y orientadas para proveer de una salida rápida en caso de una eventual emergencia y el usuario pueda liberarse lo más pronto posible por la ventana.”
Incluía también una breve lista de las más socorridas eventualidades y una de ellas era la de salir sin ser visto por el conyugue., propietario de la casa.

1 comentario:

merinosarquitecto dijo...

Mi estimado:

Leer tu blog siempre me ha provocado sacar a mis neuronas de su letargo…
Éste tema de las ventanas, vaya… mejor te comparto algo de una colega que se ha metido en serio en el tema… Saludos y gracias otra vez por despertarme!

"Ahora me he puesto a pensar en lo que significan las ventanas, esos ojos abiertos de las casas y los edificios, esos portales que comunican dos mundos, esos andenes para la reflexión y los sueños. O a veces esa barrera, más o menos acentuada, que nos separa del bullicio de la calle.

Las ventanas… las hay de todos tipos:
Las pequeñitas con balcón y macetas, a las que sale todas las mañanas una abuelita a regar las plantas y repasar recuerdos.

Los grandes ventanales con esas terrazas limpias a las que recurren los amantes para tomar un descanso y
fumarse un cigarro después del fuerte encuentro de sus cuerpos.

Las del tercer piso del edificio, donde María espera inquieta el chiflido de aquel hombre, para bajar corriendo con maleta en mano y escapar de casa.
Las tapiadas con cortinas, persianas, escritorio y computadora, que mas bien sirven para revisar el estado del tiempo cuando a aquel ensimismado programador de sistemas se le ocurre salir de su encierro en busca de otra carga de café y cigarros.

Las translúcidas, pequeñas, en el cuarto de baño, donde cada noche se arma un espectáculo entre la chica enredada en la toalla y un grupo de adolescentes curiosos escondidos en la calle de enfrente.

Las del último piso, frente al campito de futbol, desde donde un niño de nueve años evita la derrota del equipo del barrio aventando una piedra a la cabeza del portero contrario para distraerlo en plena jugada.

Las ventanas… las de esperar, las de gozar, las de pensar, las de añorar, las de esconder, las de jugar, las de bromear, las de espiar, las de perder el tiempo… las de buscarlo.

El caso es que he estado pensando en ellas… desde afuera, como una actriz más en el teatro de la calle… intentando interpretar las historias que se esconden detrás de ellas, como un preludio de nuevos cuentos"

Texto: Harmida Rubio Gutiérrez

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